martes, 7 de julio de 2015

co[razon]es


Suena cursi, exagerado y poco creíble, pero un corazón se rompe. Un corazón  puede acabar en millones de pedazos. Y por mucho que uno se esfuerce, es imposible recuperar ese mismo corazón. Y eso es lo que tiene el amor señores, que no existe solo uno, y sin ese primero no puede haber un segundo ni un tercero. Y eso nos cambia. El amor te destroza el corazón cuando se acaba, pero también es quién hace que las piezas que le componen se vuelvan a unir de una manera diferente para usarlo de una forma diferente, quien te permite que tú mismo encajes cada parte como quieras, o que se pierda una pieza y sea ese alguien quien la busque, la encuentre, te la devuelva y te ayude a terminar de montarlo.


Sin darnos cuenta, nos cruzamos diariamente con corazones rotos, felices, rebosantes de amor, incompletos, perdidos, tristes, locos... No se comunican, no se hablan, pero se sienten y se saludan bajo miradas furtivas de milésimas de segundos. Cada uno de nosotros transportamos de por vida ese material tan frágil, inflamable y bipolar, y conseguimos que con cada etapa, sea buena o mala, siga bombeando sin cesar. Pero hacerle bombear no nos convierte en sus dueños, ellos mismos son los que finalmente nos hacen vivir, decidir, y no al revés. Ellos tienen sus propias razones, que nosotros nunca alcanzamos a comprender. Son impredecibles, no desvelan ni clarifican dudas, sencillamente se caen al suelo y se rompen sin avisar. No importa lo preparado que se esté, no importan las largas conversaciones con nuestra mente los días anteriores, ni los infinitos botiquines repletos de esparadrapo, pegamento y tiritas que tengamos preparados en caso de caída.



El corazón está hecho para ser compartido, sin normas, sin contratos indefinidos. Pero nuestra maldita mente siempre intercede con las reglas del juego. La racionalidad se basa en que dos corazones pueden unirse cuando ambos están completos por fuera pero vacíos por dentro, pero todos somos la excepción. ¡Y lo aceptamos! Aceptamos que nuestro corazón aún no está competo y aún si queremos entregarlo, aceptamos la posibilidad de que puede desplomarse en cualquier momento, pero eso es el amor, eso es vivir, y si no arriesgásemos no ganaríamos, y si no se nos rompiese el corazón, nunca sabríamos lo que es el amor.


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