martes, 7 de julio de 2015

Y el día siempre llega


Tenemos la mala costumbre de dejar las cosas pasar, de esperar al momento que consideramos idóneo para actuar o dejar de actuar. Tenemos la extraña manía de no cerrar puertas ni ventanas y esperamos a que se cierren por sí solas, no vaya a ser que nos equivoquemos y no podamos volver atrás. ¡Viva la valentía! Que un portazo duele mucho menos que ver como una puerta cada dia se cierra un poco más.

 Lo cobarde está a la orden del dia pero no podemos olvidarnos de una cosa: ese día que tanto tememos, ese día en que sabemos que todo tiene que empezar o acabar, ese día siempre llega. Nos contentamos con darnos una tregua tras otra, porque creemos que así lo merecemos, pero ¿quién merece sufrir más de la cuenta? Alargamos el tiempo hasta límites insospechados por no querer enfrentarnos a un fin, nos convencemos de que la preparación para EL día requiere mucho tiempo en stand by, pendiendo de un hilo, y el tiempo ya pondrá a cada uno en su lugar. Pero no es el tiempo, sino nosotros mismos quien decidimos donde colocarnos, con quien y cuando.


Tenemos que darnos cuenta de una cosa, y es que el tiempo solo avanza si dejamos el pasado atrás, y si caminamos con él de la mano, ese tiempo deja de ser válido. Y lo más grave de todo es que seguimos querieno que ese lugar entre el pasado y el futuro sea indefinido, creyendo que ese recorrido que en realidad es un parón, es nuestro preliminar para poder saltar, pero finalmente nunca saltamos y nos encasillamos en medio de ninguna parte. Y en ese callejón sin salida los gritos dejan de tener eco, las lágrimas dejan de secarse, las heridas y no cicatrizan y el dolor no se apaga. Porque eso de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer" es un error tan grande como pensar que el tiempo en nuestra mano dañada lo puede curar todo.


PS. I love you......

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